Con sus caras ausentes, los rebaños saltan unos encima de otros.
A veces se piensa... al dar vuelta la máscara de lo efímero, en el espanto que sentirán las sombras del vacío.
¡Silencio! Rostro afónico que se nos mete en el cuerpo. ¡Cantar el de los uniformes diferenciados!, único rostro que le conviene a la ciudad.
A veces se piensa... al dar vuelta la máscara de lo efímero, en el espanto que sentirán las sombras del vacío.
¡Silencio! Rostro afónico que se nos mete en el cuerpo. ¡Cantar el de los uniformes diferenciados!, único rostro que le conviene a la ciudad.
Ceguera 42x30 cm
téc. mixta s/ papel 2006
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